La albeitería, precursora de la actual profesión veterinaria, enseñaba a curar las enfermedades del cuerpo de los brutos, término con el que, antiguamente, se hacía referencia en los ambientes sanitarios a los animales; pero algunos de los que se dedicaban a este oficio eran llamados para practicar sus recetas particulares en el de los racionales, hombres y mujeres, cuando no eran eficaces en éstos las de los médicos.
A finales del siglo XV destacó la albeiteresca figura de Luis de Cáceres, un cacereño que hizo de Valladolid su segunda casa, y que fue considerado durante mucho tiempo como el primero dedicado a este oficio.
El episodio que vamos a narrar tuvo lugar y tiempo en la villa de comienzos del siglo XVIII.
Don García Golfín, caballero principal de Cáceres, enfermó de fiebres palúdicas, con un carácter remitente e intenso que agravó su padecimiento a extremos que, aunque los médicos de la villa le dispensaron varios remedios que habían demostrado su virtud en casos anteriores, terminaron por desahuciarlo, abandonando toda esperanza.
Con aspecto macilento y tan flaco que se le veían los huesos, el noble resolvió, en la extenuación, que trajeran a su presencia a un tal Clemente Yáñez, de quien había oído prodigios. Este personaje, conocido como el Albeytar de Guareña, o más sencillamente Clemente el de Guareña, se estaba labrando una considerable reputación por sus aciertos en los lances más deplorables de las enfermedades en las que se requería su presencia y arte, tomados muchos de ellos como milagrosos, valiéndose de remedios, a cual más maravilloso, que vencían muchas dolencias.
Tan pronto se presentó en la casa de García Golfín, médicos y cirujanos sintieron cuestionados sus cuidados y renegaron del concurso del albéitar retirándose malhumorados y dejándole solo con el resignado caballero, a la espera de un sonoro fracaso. Lo consideraban como a un intruso, sin más ciencia que la del pulso.
Se cuenta que Clemente Yáñez aplicó una receta tan admirable al caballero, que éste sanó fácilmente de la calentura que le había llevado a tal estado.
He aquí la maravillosa receta a la que el noble quedó eternamente agradecido, rescatada de una antigua fuente escrita para asombro del lector y de la Medicina:
Dicen que Clemente el de Guareña murió en la villa de Cáceres, habiendo ganado fama en toda España por las muchas y difíciles curaciones que había practicado, después que médicos y cirujanos desampararan a los enfermos. De él se oían cosas admirables, y, a su muerte, se dedicaron poemas y canciones, que el tiempo fue olvidando.
Llore, pues, la desgracia el ser humano,
que en tu muerte a los hombres se presenta,
al ver cuántas por ella se siguieron,
pues faltando el acierto de tu mano,
carecen ya de número, y de cuenta,
las vidas que en la tuya se perdieron.
FOTO DE CABECERA: Litografía de época sobre el oficio de albéitar.
GARCÍA CABERO, FRANCISCO. Instituciones de Albeytería, y examen de practicantes en ella.
HINOJAL SANTOS, JOSÉ LUIS. Magia y superstición en la vieja villa de Cáceres (haz clic en el título).
SUÁREZ DE RIBERA, FRANCISCO. Medicina Invencible Legal, o Theatro de Fiebres Intermitentes complicadas.

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