A la casa de los Cáceres-Nidos se la conoce popularmente como casa del Mono. A esta mansión se le atribuyen diversas leyendas, fruto de mitos y creencias locales en torno a los motivos por los que este animal es protagonista en sus muros.
Se le puede ver en el pasamanos de la escalera que parte del coqueto patio interior de la casa, sujeto por un esclavo negro al que lanza una mirada, quizá suplicante, quizá amenazante… La leyenda recuerda que el simio fue sometido a terribles tormentos por un dueño nigromante, y al escapar se vengó dando muerte a su familia.
En el exterior, otro parece sostener o proteger el escudo esquinado, con una aterradora mueca (cabría preguntarse si realmente corresponde a un mono la figura). Este pasa inadvertido a los ojos del paseante con frecuencia, pero… ¿quién no conoce su historia? Por esa ventana, la tradición dice que lanzó a un bebé con el que rivalizaba por el amor de sus padres adoptivos.
Un tercero, de hierro, pende de unas cadenas, también en la esquina. Las cadenas son de verdad y nos anuncian que estamos precisamente en la casa del Mono, un lugar de los más interesantes y enigmáticos del intramuro de Cáceres, donde la historia y las leyendas caminan de la mano.
Durante mucho tiempo fue símbolo exportable del llamado Museo del Mono, que tenía su local en este edificio antes de que albergara la biblioteca Alonso Zamora Vicente.
¿A qué tanto mono…?
Fue costumbre de algunos religiosos caminar por esos campos de Dios llevando encadenado uno de estos animales, símbolo que era del demonio, y de esta guisa se presentaban en las distintas poblaciones. El mono era visto en el Medievo, influidas estas creencias por el Cristianismo, como una desviación, una suerte de imitación de lo humano, y por ello, un instrumento en manos del diablo en su tarea de apartar a la humanidad de su parecido a Dios.
¡Nos recuerda la animalidad que vive en nosotros…!
Es éste el motivo que aparezca representado doblegado y encadenado. La simbología será habitual en el norte de España a partir del siglo XII, pero sólo brillará en la villa de Cáceres gracias a esta casa tres siglos después. Lo convierte en una alegoría del dominio sobre el demonio y el mal, y de protección frente a los malos augurios o la fatalidad, lo que mostraba la preocupación de quienes la levantaron en el siglo XV.
Igualmente, se le consideraba una criatura lasciva, por lo que también se le asociaba al pecado de la Lujuria, y el hecho de su presencia en diversas zonas de la construcción pretende ser un modo de advertencia y de ahuyentar de la familia el fantasma de este pecado capital, y evitar la condenación al infierno.
De las tres famosas gárgolas que coronan la fachada, tradicionalmente se cuenta que la de en medio aparenta una mujer que sostiene en sus brazos un bebé con rasgos simiescos, quizá como necesidad de dar soporte, cual si fuera una viñeta, a la leyenda del mono celoso. Una mirada más detenida nos dejará la visión de una mujer en actitud onanista, expresión con la que se pretendía conferir a la imagen de una fuerza ahuyentadora del citado pecado de la Lujuria.
Enlace a las entradas de la serie HISTORIAS Y LEYENDAS DE LA CASA DEL MONO aquí
FOTO CABECERA: Mono de hierro de la casa del Mono.
FUENTES:
CALLE CALLE, FRANCISCO VICENTE. Gárgolas de la provincia de Cáceres.
HINOJAL SANTOS, JOSÉ LUIS. Historias y leyendas de la vieja villa de Cáceres.
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