Isabel I de Castilla, la Católica, gustaba de escuchar romances. Su afición por ellos le vino en la corte de su hermanastro Enrique IV, y ya reina no dejó momento ocioso, entre asuntos de Estado de los muchos y muy importantes que le concernieron, que no dispusiera, para su deleite y esparcimiento, de leer o escuchar historias que alimentaran su imaginación y entretuvieran su estancia en las distintas ciudades y villas del reino que gobernaba.
Varias fueron sus venidas a Cáceres, de las que se guarda recuerdo por las numerosas disposiciones que tomó para calmar las banderías locales, enfrentadas en una encarnizada y abierta lucha de poder que había afectado a toda Extremadura. Entre éste y otros temas que demandaban su criterio para el buen gobierno de la villa, tuvo momentos de recogimiento, que se cuenta que llenó con paseos y dedicación a sus aficiones.

Dicen los cronistas que, en esta villa, le interesó sobremanera el romance de los dos hermanos Carvajales, ajusticiados por un rey, Fernando IV, antepasado de la propia Isabel la Católica. Acaso fuera porque se encontró, en esta población, con abundantes miembros del linaje de Carvajal que decía descender directamente de la rama de los protagonistas de la tragedia.
Extrañó, no obstante, su gusto por esta historia, pues no dejaba en buen término a un miembro del pasado de su familia, al que se presentaba soberbio y pendenciero, ni a las artes de buen gobierno que debían caracterizar a todo monarca, y de las que se jactaba la reina.
Es así que un noble, aprovechando que ésta estaba relajada en una amigable conversación, le preguntó si no consideraba imprudente de oír cantar este romance. Mirando fijamente al caballero, como era su costumbre, le respondió con serenidad sin perder compostura:
– Con ello no ofendo al Rey mi antecesor, siendo verdadero su texto.
He aquí el romance, tal cual lo escuchó Isabel I de Castilla en su estancia en la villa de Cáceres, siendo sus protagonistas los hermanos Pedro y Alonso de Carvajal, a los que se presenta en esta ocasión como ladroes de ganado, y no como falsos causantes del asesinato del favorito real Juan Alonso de Benavides; y el rey Fernando IV, al que se conocerá históricamente como el Emplazado por este episodio, cuyo romanceado, por fin, transcribo…
FUENTES:
HINOJAL SANTOS, JOSÉ LUIS. Historias y leyendas de la vieja villa de Cáceres.
HURTADO PÉREZ, PUBLIO. Ayuntamiento y familias cacerenses.
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