Cáceres en sus piedras

EL PASADIZO DE GALARZA

 

Sobre los cincuenta del siglo pasado, en una de las enésimas obras de acondicionamiento de la plaza Mayor a los gustos de cada momento, se cuenta que dieron por casualidad con el tramo de un hasta entonces oculto pasadizo, de los muchos que las leyendas guardaban en el recuerdo.

Fue mucha la expectación que suscitó el asunto, pero no se supo en adelante nada más del mismo, y el descubrimiento volvió al lugar en que se hallaba oculto hasta entonces.

‘ ¡al baúl de las leyendas!

No obstante, lo poco que respiró aquel día el aire sano del exterior nos habló, siquiera brevemente, de un corredor subterráneo del que la tradición decía que comunicaba el palacio del Obispo con la casa-palacio de Galarza, la popular casa de los Trucos o de la Iglesia.

Debió ser descomunal el túnel, por la distancia existente, cercana a los doscientos metros. También, porque tuvo que vencer un fuerte desnivel de terreno y porque en su trayecto sorteó lo que se conocía como el arroyo Verde, hoy engullido por varias calles, una corriente de agua cuyo nombre se piensa que provenía del color que tomaban sus aguas por la abundante vegetación del cauce.

 

Adarve Obispo Álvarez de Castro

 

El pasadizo dataría de finales del siglo XVI o principios del XVII, pues por esa época era obispo de la diócesis de Coria el famoso Pedro García de Galarza. Durante su episcopado compró, al término de la calle Empedrada (a saber, la actual calle General Ezponda), unas propiedades pertenecientes a Diego Messía de Ovando, señor de Loriana y mayordomo que fue de la reina Ana de Austria. Al término de la venta, don Diego mandó raspar, según la costumbre, los escudos de su familia para que el viejo inmueble no guardase memoria de ella en sus muros.

Galarza conservó, entre otros espacios, la torre que hoy engalana la plaza de la Concepción y añadió otros nuevos a su gusto y uso, siendo lo más acomodado a ello el abrir un pasillo bajo el suelo que partiera de la leñera de su nueva heredad y le permitiera llegar en secreto a las traseras de su lugar de trabajo, el Obispado, pues tal camino debía realizar varias veces todos los días, con todos los inconvenientes que para un hombre de su alcurnia ello suponía.

Pero la faraónica obra y su resultado no debió pasar inadvertida en la época, y quizá por este motivo, a la casa de Galarza pronto comenzó a ser llamada de los Trucos. Porque a los pasadizos se les llamaba así por aquel entonces,

‘ ¡trucos!

‘ aunque también hay quien dice que lo de trucos le viene por ser lugar donde se celebraban antiguamente partidas de naipes.

¡Quién sabe!

 

 

Lo que se puede aventurar es que el fabuloso corredor fuera utilizado para burlar la natural e inoportuna sed de chascarrillos de los activos mentideros de la antigua villa, y guardar celosamente la identidad de cierto niño que el mismísimo Felipe II, recién coronado rey de Portugal, había dejado a cargo de Pedro García de Galarza, del que era confeso amigo. El niño era nada menos que el hijo del prior de Crato, aspirante al trono luso en oposición al monarca castellano.

Desconocemos dónde la historia deja de serlo, o las leyendas la usurpan con su serpenteante juego de fantasía. De ser cierto todo,

‘ el niño se crió tal si fuera sobrino del obispo y nada más se supo de él.

‘ Y hasta la memoria guardó silencio del pasadizo y

‘ tampoco más se supo de él.

 

FUENTE:

CORRALES GAITÁN, ALONSO J.R. Cáceres, sus construcciones ocultas.

 

José Luis Hinojal Santos

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