Las banderías enfrentaban a linajes y familias, unas contra otras. Se reunían en torno a dos bandos, que podrían tratarse como de leoneses y de castellanos.
Los primeros principalmente ocupaban solares de la colación de san Mateo, o de Arriba, mientras que los segundos lo hacían alrededor de la de santa María, o de Abajo. No obstante, esto ha sido de siempre una simplificación, pues dado los continuos enlaces matrimoniales que se concertaban en una nobleza local por sí endogámica, sería difícil trazar la frontera sobre el terreno de los bandos enfrentados.
En muchos documentos de la época, sí se hace referencia a bando de Arriba y bando de Abajo, e incluso la reina Isabel I de Castilla, la Católica, impuso como una medida pacificadora, unificar las banderas bajo las que luchaban unos y otros en la villa de Cáceres, un león y un castillo, según la leyenda consiéndolas y uniéndolas con sus propias manos.