Cáceres en sus piedras

EL AGUA MÁGICA DE SANTA ANA

 

Los caños de santa Ana se encontraban en un cerro, como a una legua de la vieja villa de Cáceres, cerca de la ermita del mismo nombre. Eran considerados hace unos siglos como fabulosos, pues según el año, de sus bocas, que eran dos,

‘ o no salía agua alguna

‘ o lo hacía de forma admirable.

Algunos años, cuando tocaba, brotaba formando auténticas columnas de agua de varias varas de altura y generando un gran rumor que era escuchado a considerable distancia. Quienes tomaban cuentas del fenómeno, decían

‘ que tan extraordinario suceso tenía lugar cada siete años, desde antiguo,

‘ quizá porque fueran ciertas las dichas cuentas, que de esto no hay entera noticia…

‘ o quizá por aquello de que se consideraba al siete fuente de la vida y del cambio y cuadrar así mejor el cálculo.

Sea como fuere, lo extraordinario era evidente, y el pueblo conoció estos caños como la Fuente Santa.

Algún cronista alumbró, por el XVIII, la extraña historia, luego hilada en leyenda, de que todo ocurría por existir en las entrañas del suelo una cueva muy grande, la cual por obra de la lluvia se iba llenando lentamente por espacio de siete años, y solo cuando el agua llenaba la enorme cavidad a su mayor altura, llegaba, por inextricables conductos, a los caños. A veces, era tal el ímpetu de la subida, que arrastraba tras sí cualquier animalejo que aduviera por medio, desde pequeñas sabandijas a zorros, gatos monteses o garduños. Para librar el peligro, saltaban unos sobre otros en lo alto de las columnas, lo que era notable diversión para quienes tenían la fortuna de verlo,

‘ aunque se desconoce que alguien lo viera alguna vez.

Quien fuera, tomó igual nota de que el agua, cuando aparecía tras siete años, desaparecía tras siete meses, tiempo en que se evacuaba toda la almacenada, cesando su curso al mismo tiempo por ambos caños.

Algunas lenguas vocearon que el fantástico fenómeno se debía a que las aguas eran mágicas, y que brotaban por obra de milagro concedido por santa Ana, la madre de la virgen María, cuya ermita estaba en las inmediaciones.

A santa Ana se la consideraba, y considera, protectora de los niños, y tras esta creencia acaso estuviera el que, en el siglo XVIII, al amparo del lejano templo se abriera…

‘ un limbo.

Para entendernos: un cementerio donde se enterraran los niños muertos en la vieja villa de Cáceres, recién nacidos que no llegaron a ver la luz más de un día. La vista de los pequeños túmulos hizo del paraje, en aquella época, además de mágico,

‘ sobrecogedor.

 

FOTO DE CABECERA: Detalle de la escultura dedicada a santa Ana en el postigo homónimo.

 

FUENTES:

BOXOYO, SIMÓN BENITO. Historia de Cáceres y su patrona.

G.L.E.H.D. (Anónimo del siglo XVIII-XIX). Manuscrito de la biblioteca del monasterio de Guadalupe.

LOZANO LOZANO, JULIO. Los caños de santa Ana y el Calerizo de Cáceres.

 

José Luis Hinojal Santos

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