Cáceres en sus piedras

EL MURO DE LOS HUESOS

 

Los muros de la vieja villa de Cáceres ofrecen muchos e interminables nuevos detalles e increíbles sorpresas, pues en el afán pasado de economizar medios y ahorrar dineros en las construcciones, se reutilizaban materiales de todo tipo. Fósiles, alquerques, antiguos miliarios, lápidas romanas…

…¡Y huesos humanos!

Juntos parecen formar un fabuloso y extravagante bosque de piedra, digno de admirar por quien sepa buscar y encontrar sus rastros, que acompañan con sus voces calladas las extraordinarias formas de las iglesias y palacios de la zona monumental, tanto dentro como más allá de la muralla.

Aconsejo en este punto un visita detenida al blog caceresaldetalle.blogspot.com.es, dedicado en exclusiva a esta otra visión, quizá miniaturizada pero excepcionalmente rica, de nuestro legado histórico-artístico.

De todos los recovecos, destaca sobremanera el callejón de don Álvaro, llamado así en honor de un tal Álvaro de Cavestany, presidente que fue de Ciudad Antigua de Cáceres allá por los años sesenta del siglo pasado, y personaje destacado en su protección y formento.

 

Callejón de don Álvaro

 

¡Pues bien…!

Uno de los muros del citado callejón, el que guarda las espaldas del solar donde se alza el palacio de Ovando o casa de las Cigüeñas, comienza a recibir el formidable sobrenombre popular de muro de los huesos. Una mirada detenida hará que encontremos disperso, pero muy visible, un auténtico osario humano entre el deteriorado enlucido, la argamasa y el informe ladrillado.

Es zona de paso. Pocos turistas lo transitan, y muchos menos lo disfrutan; y los ocasionales paseantes cacereños apenas le conceden atención. Pero es…

…una maravilla más de nuestro legado.

¿A qué los huesos?

Se removieron cercanos terrenos, aún sagrados como hablan algunas piedras de las cercanas esquinas palaciegas, en busca de material con que levantar este muro. Eran sagrados pues antiguamente en ellos se enterraban los muertos, los de las clases bajas, en las orillas de las cuatro iglesias y de los conventos cacereños, y muy especialmente, por el lugar, en la desaparecida y legendaria ermita de san Luis rey de Francia.

 

La ermita o capilla de san Luis rey de Francia debió levantarse hace siglos en estos contornos, y derribada, lo poco que quedaría de ella, a mediados del siglo XVIII para construir la iglesia y seminario jesuita. Se dice que al remover en 1913 este terreno antiguamente sagrado, aparecieron huesos y una moneda que se guarda en el Museo. Los huesos…

 

Gentes las más sin siquiera tener posibilidad de una sepultura digna, llevados en ataúdes de modesta y ajada madera que eran de continuo reaprovechados… pues en los camposantos se sacaba de su interior el cadáver, luego de las liturgias de difuntos y el paseo de la amargura,

…para ser enterrado arropado solo en su mortaja,

…para que se pudriera lo antes posible,

…exhalando todos ellos un pútrido olor que aconsejó un cementerio nuevo;

…mezclados sus huesos, con el tiempo y las lluvias, con la tierra del túmulo.

 

 

Se cuenta que en el siglo XVIII, y en las primeras décadas del XIX, perros y cerdos eran vistos excavando algunas veces en estos cementerios parroquiales, y era frecuente ver huesos esparcidos entre el barro y las inmundicias de calles cercanas, por las que se evitaba pasar por su desagradable

…olor a muerto.

Mientras, los nobles y gentes pudientes eran enterrados en el interior de las iglesias, en capillas o en el mismo suelo que se pisaba cuando se acudía a misa… si se asistía, pues finalmente estos templos comenzaron igualmente a exhalar

…olor a muerto.

 

“En 1804 se decidió definitivamente que cada Villa contara con cementerio fuera de la población, pues… ‘La santidad del Templo, ¿no exige de justicia que se alejen de allí los depósitos de podredumbre y corrupción?’. Era notorio que muchos se retraían de frecuentar ya sus propias parroquias por el temor lógico de quedar contagiados por las nocivas emanaciones de cadáveres que en sus cercanías estaban pudriéndose, como así lo menciona una Real Cédula. Es necesario mencionar que antiguamente era de poco uso el ataúd, utilizándose para estos menesteres una especie de jaula con listones, con la que se aceleraba la corrupción y destrucción del cadáver, a veces ayudada por el uso de cal viva en casos de muerte contagiosa, y que también no impedían la liberación de olores nada agradable”.

Extraído de “Historias y leyendas de la vieja villa de Cáceres”, del autor de este blog.

 

De todo ello apenas queda testimonio escrito, pero de algún modo el muro de los huesos nos transporta, siquiera con vívida imaginación, junto a la pompa y grandilocuencia noble, a las historias anónimas y oscurecidas de hombres y mujeres humildes que vivieron y pisaron estas calles, restos de cuyos cadáveres reposan en esta pared.

Dejo a continuación un magnífico vídeo realizado por caceresaldetalle.blogspot.com.es para su entrada “El callejón de los huesos”, que amablemente me ha permitido incluirlo en este post.

 

NOTA DEL AUTOR: Van quedando cada vez menos, por el dudoso trato que tienen algunos cacereños por nuestro patrimonio…

 

FUENTES:

ASOCIACIÓN DE CÁCERES. Edición facsímil del periódico que editó en 1813.

HINOJAL SANTOS, JOSÉ LUIS. Historias y leyendas de la vieja villa de Cáceres.

HINOJAL SANTOS, JOSÉ LUIS. Magia y superstición en la vieja villa de Cáceres.

SANGUINO MICHEL, JUAN. Notas referentes a Cáceres (continuación de las escritas en un cuaderno).

VARIOS AUTORES. En torno a san Blas.

WEB. caceresaldetalle.blogspot.com.es

 

José Luis Hinojal Santos

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