Cáceres en sus piedras

UN ANTIGUO HOSPITAL Y LA TORRE DEL RELOJ

 

El antiguo hospital de la Piedad fue fundado en 1612, gracias a los deseos y a las disposiciones del testamento del licenciado Gabriel Gutiérrez de Prado. El edificio, además, contó en sus proximidades con su propio cementerio, donde daban sepultura los cadáveres, impregnados de cal viva para su pronta corrupción, de hombres y mujeres que fallecían víctimas de enfermedades contagiosas.

 

Palacio de la Audiencia

 

Tuvo poca vida el hospital. Las rentas alcanzaron para poco más de un siglo. En 1790, el sanatorio era apenas una triste reliquia cuyas salas agonizaban por el poco uso, algunas no tanto porque se usaban como sorprendentes criaderos de conejos. Así las cosas, fue el lugar elegido para albergar la Real Audiencia de Extremadura, después de ser Cáceres la elegida, sin siquiera haberse postulado como es debido.

¡Pero había que acondicionar las antiguas dependencias a su nuevo uso! Había dineros, pero…

Acabados estos y aún por rematar la importante y beneficiosa obra, el recién nombrado primer regente de la Audiencia, don Antonio Mon y Velarde, tuvo la original idea de utilizar para dicho menester las mismísimas piedras de la torre del Reloj (actualmente llamada torre de Bujaco). Alegó que

…el nuevo edificio contaba asimismo con reloj, el cual podía ser oído en toda la parte baja de la población;

…mejor servicio daría, pues, el de la villa, trasladándolo de la torre a la de la iglesia de san Mateo, donde podrían escuchar mejor las horas la parte alta.

Y, claro, sin reloj…

– ¿Para qué la torre?

Ahí estaban sus apetecibles piedras, sus vetustas piedras

sin valor,

sin belleza,

sin historia.

 

Torre de Bujaco

 

Don Antonio Mon y Velarde, que por su estrenado cargo es de suponer no fuera elegido por tonto, a mayor razón y mejor convencimiento de los regidores cacereños, aclaró oportunamente, argumento de peso éste, que él mismo correría con todos los costes…

…a cambio de quedarse con el solar que finalmente quedara luego de terminar el disparatado asunto.

Comoquiera que fuera, el reloj se trasladó, pero la torre quedó intacta, no figurando en parte alguna las razones que la salvaron.

La mecha, no obstante, había sido prendida, y cincuenta años más tarde, en 1842, el ilustrado Ayuntamiento decidió que las pretéritas e insignificantes piedras de la torre a la que ya se le daba el sobrenombre de Bujaco, bien podrían emplearse para la pavimentación del suelo de la plaza Mayor. En el solar resultante se levantarían construcciones que, además de embellecer el lugar del modo que no parecía ensalzar con suficiencia el bastión, fueran rentables.

Por segunda vez no se satisfizo la demolición, seguramente porque esta tarea resultara, haciendo cuentas, más costosa de lo que podrían permitirse las arcas públicas con tan sabios gestores.

 

FUENTE:

HINOJAL SANTOS, JOSÉ LUIS. Historias y leyendas de la vieja villa de Cáceres.

 

José Luis Hinojal Santos

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