Cáceres en sus piedras

MILAGROS DE LA VIRGEN DE VALVANERA EN CÁCERES II

 

Sigue a Milagros de la virgen de Valvanera en Cáceres I

He aquí la relación de los milagros y prodigios obrados en Cáceres en el segundo tercio del siglo XVII por mediación de Nuestra Señora la Virgen de Valvanera, a través de las cenizas de la cocina santa de su Santuario en las lejanas tierras de la Rioja, traídas a la villa por una devota cacereña llamada Inés de Jesús, recogidos y anotados por el cronista benedictino fray Diego de Sylva y Pacheco.

 

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En el año de 1663, en la villa de Cáceres de Extremadura, es la devoción con N.S. de Valvanera tan grande que los médicos, cuando conocen que los remedios no aprovechan y el enfermo está en peligro, aconsejan que pidan favor a la Virgen de Valvanera, y aplican de la ceniza santa, y tienen experiencia de los milagros que obra comúnmente, y ellos certifican que no es obra natural sino milagrosa.

 Y así, doña Lucía Joseph de Ribera Flores, el año de 1663, madre de don Juan de Ovando Flores y mujer de don Pedro Joseph Ovando y Cárdenas, vecinos de Cáceres, testificó que su hijo, habiendo padecido más de un año penosos achaques, remató en un dolor de cabeza tan penetrante, que perdía su juicio; y no bastando remedios humanos, se despidieron los médicos diciendo que tenían experiencia que con la ceniza de la santa cocina de Valvanera, que daba la señora Inés de Jesús, cobraban salud. Y habiéndola pedido, con una medida que le puso sobre la cabeza, que trae siempre consigo, estuvo luego sano, y envió testimonio de todo al Santuario reconocido a tanto favor de la Virgen de Valvanera.

 

En 1663, Lucía Josefa de Flores Montenegro, verdadero nombre de quien refiere fray Diego de Sylva y Pacheco, estaba viuda de Pedro José de Ovando y Cárdenas, conocido por su oposición al mandato del rey Felipe IV de que la villa aportara tropas para sofocar la sublevación de Cataluña de 1640, alegando que con ello quedaba desprotegida Cáceres de la amenaza portuguesa, con tan sólidos argumentos que el monarca cedió a sus pretensiones. Su segundo hijo Juan, que el año del milagro contaba con 25 años y con un hijo engendrado en mujer también soltera, sufrió hasta ese momento de numerosos achaques, que cesaron por completo hasta que volverían a reproducírsele pasados otros 25 años, cuando ya estaría olvidado el fabuloso asunto del prodigio de la ceniza santa. Murió de ellos en Salamanca en 1692, donde había ido a curarse de forma natural.

 

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En el año de 1663, Benito Pérez Mariño, procurador de la Audiencia de la villa de Cáceres, hijo de Diego Pérez Mariño y de María Pérez su mujer, de edad de 25 años adoleció de tabardillo, y estuvo sin esperanzas de vida. Encomendóse de todo corazón a la Virgen de Valvanera, y le dio una imagen suya Inés de Jesús, junto con ceniza de la cocina santa,y al punto se sintió sano y bueno por favor de la Virgen santísima, y así lo remitió a este santuario firmado de su nombre.

 

Monasterio de la virgen de Valvanera en la Rioja

 

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El 7 de diciembre de 1663 años, Pedro de Pabón Melón, hijo de Diego Pabón y Juana Melón de Berrocal, de edad de siete años, en Cáceres adoleció de calenturas continuas y mal de ojos, y los médicos no daban esperanzas de vida. Encomendóse a la Virgen de Valvanera, a quien Inés de Jesús dio ceniza de la cocina santa y una imagen de la Virgen; y luego cobró entera salud, agradeciéndosela a su majestad.

 

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En Cáceres el mismo año, Leonor Rodríguez de la Rocha, madre del doctor (Bartolomé Sánchez Rodríguez de la Rocha) a quien sanó la Virgen, adoleció del mismo achaque de calentura maligna punticular, que le pegó su hijo. Y llegó a la misma apretura, hasta que Inés de Jesús le trajo una imagen de la Virgen de Valvanera y ceniza de la cocina santa, conque luego mejoró. Conoció ser milagro de la virgen, y le reconoció por tal, quedando por su esclava perpetuamente.

 

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En el año de 1659, doña Leonor María de Carvajal Rol de la Cerda, vecina de Cáceres, mujer de don Pedro Joseph de Carvajal y Figueroa, adoleció de tan grandes dolores, que no la dejaban sosegar, afligiendo el corazón con grandes extremos. Estos dolores duraron dos años y medio, y con los muchos remedios quedó de modo que ya no tenía fuerzas para vivir, ni parecer naturalmente posible que le durase la vida.

El día del dulcísimo nombre de María, le envió la señora Inés de Jesús una medida de Nuestra Señora de Valvanera y ceniza de la cocina santa. Atándose la medida en el lugar del dolor y bebiendo agua con aquella ceniza, pidió a la virgen la amparase en su terrible enfermedad. Tuvo un sueño que le quitó los dolores, y un sudor conque quedó perfectamente sana, de lo que dio infinitas gracias a la Virgen de Valvanera.

 

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En Cáceres, año de 1659, doña Isabel Ana María de Perero Ulloa, viuda de don Bernardino de Carvajal y Sande, adoleció tan gravemente, que quedó desahuciada de los médicos. Entonces se encomendó a la Virgen de Valvanera, y poniéndose una medida suya, que le trajo la señora Inés de Jesús, y unos polvos de la ceniza santa, que bebió en agua, al punto quedó con salud entera y quedó con agradecimiento de esclava de Nuestra Señora de Valvanera.

 

En este milagro signado por fray Diego de Sylva, es preciso señalar un error en el nombre de doña Isabel de Perero, pues su segundo apellido no era Ulloa, sino Carvajal. Casó con don Bernardino, señor de la Quinta de la Enjarada, y en ellos se dio un ejemplo de la endogamia ciertamente frecuente en la nobleza cacereña. Según palabras de fray Benito Gil Becerra, en su obra “Paraíso de oraciones sagradas”:

“Don Bernardino de Carvajal casó con doña Isabel Perero y Carvajal, su sobrina, hija de su primera hermana doña Leonor de Saavedra, hija de Gerónimo de Carvajal, hermano de su padre…”.

 

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En el año de 1660, en el verano, don Alonso Antonio de Paredes y Ribera, hijo de don Álvaro de Paredes y Ribera y de doña María de Solís Ovando, adoleció tan gravemente que quedó sin esperanza de vida.

Estando ya casado de segundo matrimonio don Álvaro con doña Clara de Ribera y Andrada Cáceres, y viéndose en tan miserable estado, dicha doña Clara encomendó al enfermo a la Virgen de Valvanera, dándole en agua ceniza santa, y a adorar su santa imagen, e hizo manda para el santuario. Y al punto se sintió con salud milagrosa. Cumpliendo su manda quedó por esclavo de la virgen. 

 

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En Cáceres, año de 1659 en el mes de agosto, María Barrosa adoleció de camaras y vómitos, y quedó tan apretada que no esperaba vivir. Tomó en agua ceniza santa, y quedó al punto sana, atribuyendo a la Virgen de Valvanera esta tan milagrosa salud, dándole muchas gracias como esclava suya.

 

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En Cáceres, año de 1663 en el mes de noviembre, doña Sebastiana de Altamirano Meneses, mujer de don Juan Romero Macotela, adoleció de una enfermedad tan grave, que no la dejaba respirar. No bastaron cuantos remedios le hicieron, hasta que la señora Inés de Jesús le dio unos polvos de la ceniza de la cocina santa de Valvanera, que tomó en agua pidiendo a la Virgen la amparase en tan gran trabajo. Al punto arrojó gran cantidad de sangre pestilente y de mal olor, y se quitó la calentura.

Cuando vino el doctor que la había desahuciado, al verla conoció que era milagro de la Virgen de Valvanera la mejoría, y quedó por esclava de la reina de los ángeles Divina Serrana de estos montes.

 

FUENTES:

HINOJAL SANTOS, JOSÉ LUIS. Magia y superstición en la vieja villa de Cáceres.

SYLVA Y PACHECO, fray DIEGO DE. Historia de la Imagen Sagrada de Maria Santissima de Valvanera, en el oriente de su hermosura en los montes distercios, y eclypse de sus luces en un roble hasta la plenitud de su candor en la aurora, que se descubrio en su hallazgo.

 

José Luis Hinojal Santos

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