Cáceres en sus piedras

MILAGROS DE LA VIRGEN DE VALVANERA EN CÁCERES I

 

Sigue a Las cenizas de la cocina santa de Valvanera

A mediados del siglo XVII, una cacereña llamada Inés de Jesús regresó de una peregrinación al santuario de Nuestra Señora de Valvanera, en las lejanas tierras de la Rioja, portando en la faltriquera varias onzas de ceniza de la cocina santa e imágenes y una medida de la citada Virgen.

Rápida circuló esta feliz por la villa de Cáceres, y como en el recuerdo de muchos aún estaba presente lo sucedido a doña Inés de Cotrina, los enfermos, cuando los médicos se declaraban impotentes para curar sus dolencias, comenzaron a solicitar a aquella devota mujer bebedizos elaborados con las dichas cenizas.

 

Virgen de Valvanera

 

Larga es la relación de milagros y portentos que no sólo la ceniza de la cocina santa del monasterio de Nuestra Señora de Valvanera, sino, asimismo, la medida de su imagen, tuvieron suceso en la vieja villa de Cáceres, causando el asombro de sus habitantes. De su testimonio apenas queda recuerdo salvo en viejas crónicas. No obstante, señalado fue el que sucedió en 1663 en la persona del por entonces médico de la villa, el doctor don Bartolomé Sánchez Rodríguez de la Rocha.

A la edad de 23 años, a don Bartolomé se le presentó una fiebre maligna punticular, enfermedad de la que se guardaba aún memoria colectiva y un atenazado miedo por los estragos que causó en toda Extremadura entre 1557 y 1570, llevándose numerosas vidas, de lo que no se libraron los cacereños.

 

La fiebre punticular que cruelmente, por toda aquella comarca de Lusitania, que Extremadura (como si dijéramos más allá del Duero) se llama, por aquel entonces hacía estragos, y a la que unos dicen Pulicaris (de las pulgas), otros Lenticularis (de la Lenteja), algunos Pulgón, la mayor parte Tabardillo y Tabardete, y entre nuestro vulgo se conoce con el nombre de Pintas.

Extracto de “De la fiebre epidémica y nueva, en latín punticular, vulgarmente tabardillo y pintas”, de Luis de Toro.

 

El trienio 1556 a 1558 fueron años difíciles, para toda España y Extremadura, pero especialmente intensos y dramáticos en la vieja villa de Cáceres. Segó la vida de cientos de cacereños, gentes humildes la mayoría, que no entendían los motivos del castigo de Dios.

En nuestro personaje alcanzó tal gravedad la infección que dejó su cuerpo qeubrado y postrado y sus cualidades mudadas en delirios. Resultaron insuficientes las cirugías, farmacias y dietas practicadas por sus colegas, y es así, que bien porque las sangrías fueran tardías o porque fueran insuficientes, pronosticaron que aquellos eran ya signos mortales. Le desahuciaron, dándole apenas unas horas para ponerse en paz con el mundo.

Sin otra esperanza, quienes le acompañaban en el triste suceso, mandaron aviso a Inés de Jesús, la cual se presentó al poco en casa del moribundo con un poco de ceniza de la cocina santa de Valvanera, que dio de beber al agonizante mezclada en un cordial, líquido que se usaba para reconfortar a los enfermos, y encomendó su vida a la virgen.

Cuentan los presentes, que a don Bartolomé le dio un repentino sudor caliente universal, tras el cual, en menos tiempo que los médicos habían estimado su muerte, le remitió milagrosamente la calentura, dejando testimonio del prodigio.

Y muy sano y entero debió quedar, pues apenas dos años después de este episodio, se significó grandemente durante la epidemia de peste que amenazó con asolar Cáceres en 1665.

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FUENTES:

HINOJAL SANTOS, JOSÉ LUIS. Magia y superstición en la vieja villa de Cáceres.

SYLVA Y PACHECO, fray DIEGO DE. Historia de la Imagen Sagrada de Maria Santissima de Valvanera, en el oriente de su hermosura en los montes distercios, y eclypse de sus luces en un roble hasta la plenitud de su candor en la aurora, que se descubrio en su hallazgo.

 

José Luis Hinojal Santos

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