Cáceres en sus piedras

HACE UN MILLÓN DE AÑOS

 

En realidad deberemos remontarnos unos millones de años más atrás, pero la idea de un título que reflejase el contenido de esta entrada terminó de dármela esa vieja película de la Hammer, famosa en las mismas fechas en que nací, titulada Hace un millón de años, con un guión rebosante de ingenuidad, inexactitud histórica y otros permisos que la hacen entrañable.

Y algo de todo esto es muy posible que exista a continuación, pues en la Historia son importantes las historias, y en el relato de éstas, a medida que caminamos en la dirección del pasado, más que el rigor documental, cobran mayor relevancia los recuerdos y las creencias y cómo ambos trenzan un escenario y unos episodios rebosantes precisamente de ingenuidad y un difícil ensamblaje histórico y científico.

Dicho esto escribiré…

…que en mis paseos por la villa intramuros de Cáceres, el mejor ejercicio que puedo (y recomiendo) hacer es dejarme llevar por la imaginación, impregnada de emociones, y transitar por la senda marcada por los siglos y la vida y respirar el aroma de las viejas historias dentro de un decorado que las ensalza. En alguna ocasión me ha parecido incluso sentir el olor de la sangre de los animales sacrificados por los augures romanos cuando empezó todo, mientras analizaban sus vísceras y encontraban en ellas el beneplácito de los dioses para edificar, en una anodina colina, una colonia de nombre Norba Caesarina. O, más lejanos, los ritmos de caza y recolección de los neandertales conque obtenían comida para llevarla a su hogar en la cueva de Maltravieso.

Pero, ¿y más allá en el tiempo? ¿Son capaces las piedras de los vetustos muros cacereños decirnos algo anterior a la historia y a la prehistoria? ¿Cuando aún no habían sido pulidas y ejecutadas por la mano del hombre?

¿Alguna nos diría algo de qué sucedió en aquella colina, hace millones de años?

Pues, aunque parezca poco creíble, sí.

Los muros de Cáceres se alimentan del fruto del territorio que los circunda, y por entre el mampuesto de los palacios, casonas y muralla no falta testimonio de qué pasó hace bastante más que un millón de años.

Si me dejase llevar por la imaginación y transitar por la senda de los evos, estaría buceando en el fondo de un profundo océano. No exactamente donde hoy marcan los números de paralelo y meridiano, sino en un lugar inimaginable del hemisferio Sur, viajando lentamente en una placa tectónica dirección al norte.

Ese viaje se inició hará 450 millones de años. Las aguas fueron retirándose, como pasa cuando se habla de evos: muy lentamente. Y el océano pasó a ser mar, y de este mar surgieron unas primeras islas en las que aún no se adivinaba la península Ibérica, hace 300 millones de años. Nos imaginaríamos unos tiempos revueltos, traumáticos, pero lejos de ello, todo esto sucedía con una paciencia infinita. Diríamos que…

…incluso podríamos sentir el movimiento de las suaves corrientes del agua salada y las oscilaciones que provocaba en la arena del fondo.

‘ En nuestra arena.

‘ La de Cáceres.

‘ Una arena convertida ya en piedra por el paso de los citados evos.

Una piedra que decidió guardar aquel remanso de paz primigenia con sus marcadas oscilaciones en lo que hoy llamamos ripples u ondulitas y que podemos admirar si forzamos el bajar la mirada de la belleza que exhalan los edificios que cierran la plaza de santa María, y nos centráramos en su suelo, diferente al resto del suelo de la vieja villa por culpa del fatal bombardeo de 1937.

 

La mañana del 23 de julio de 1937, la ciudad de Cáceres fue bombardeada en plena guerra civil, causando hasta 34 muertes. La plaza de santa María fue la más castigada, quedando totalmente arruinada por las deflagraciones. En lo que nos atañe, el pavimento se restauró, pero utilizando grandes losas de piedras solo en la zona afectada que se contrapone al del resto de la zona intramuros. Diríamos que el perímetro de este otro enlosado marca el recuerdo de lo sucedido.

 

Una piedra que decidió guardar el testimonio de la vida y las sencillas y cotidianas experiencias de unos primigenios cacereños, deambulando de un lugar a otro por el fondo del mar, dejando un recuerdo grabado en la caliza, de manera que en las vetustas calles del intramuro no faltan crucianas, skolithos y otras pruebas.

Ripple: oscilaciones de la arena en el fondo del mar por las corrientes de agua u oleaje.
Cruciana: huella fosilizada de reptación de trilobites.
Skolitho: resto fósil de las galerías que excavaban gusanos de mar para refugiarse en ellas.

Finalizo precisamente en el skolitho que me ha llevado, junto con los ripples de santa María, a esta inusual entrada. El del torcido callejón que comunica esta plaza con el palacio de los Toledo Moctezuma. A poco más de un metro del suelo, en el muro lateral del Obispado, un canto anónimo e inadvertido, repleto de lo que parecieran pequeños botones de piedra, nos recuerda…

…que hace trescientos millones de años allí vivieron unos gusanos, con metros y metros de mar encima suyo, excavando en la arena un refugio que sería su hogar.

Y que hoy es el nuestro.

 

FOTO DE CABECERA:  Piedra con skolithos en la travesía de la calle Obispo Álvarez de Castro.

 

RECOMENDACIÓN:

Recomiendo, para conocer más en detalle dónde se ubican fósiles, crucianas y skolithos en las piedras de los muros cacereños, acudir a los blogs: caceresaldetalle.blogspot.com y caceresalnatural.blogspot.com

 

José Luis Hinojal Santos

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