Seguir el rastro de la piedra intramuros nos depara sorpresas extraordinarias, pues a cada tramo nos sorprende la riqueza de formas, texturas, ángulos, usos y vida que se desenvuelve como un microcosmos de detalles y pequeñas historias que frecuentemente pasa desapercibido. Al menos démosle el rango de curiosidad, siquiera un atractivo para el caminante solitario y observador que desea ser sorprendido en cada uno de sus paseos por la zona monumental de Cáceres.
Cruces tumularias.
Alquerques.
Fósiles.
Losas funerarias.
Miliarios.
Huesos humanos…
La lista se haría larga, pero hoy me centraré muy brevemente en los huesos. No hablaré del conocido muro de los huesos de la calleja de don Álvaro, del que ya se ocupó Cáceres en sus piedras en una entrada anterior (leer El muro de los huesos), sino del descubrimiento que hace escasas fechas realizó y me comunicó un amigo FB, Paco Vázquez, acerca precisamente de la sorpresa que le asaltó…
…en uno de sus paseos por la zona monumental de Cáceres.
¡Huesos en los muros!
Diría: más huesos en los muros. Esta vez en las traseras de ese volumen icónico que es el palacio del Obispado, en el adarve del Obispo Álvarez de Castro, visibles con mirada aguileña desde enfrente, apostados en la ronda de lo alto de la muralla, a la que accedemos según subimos a la torre de Bujaco.
Huesos humanos parecen. Y no debe extrañar, pues en la argamasa usada para componer antaño las paredes de mampostería no se desaprovechaba nada, ni siquiera los restos de las accidentales exhumaciones que pudieran producirse al remover terrenos de los que ya no se guardaban noticias de que antiguamente fueran cementerios y, por tanto, lugares sagrados donde descansaban nuestros antepasados.
El más cercano a dicho lugar es posible que fuera algún modesto y abandonado camposanto aledaño a la desaparecida ermita de san Benito, que estuvo levantada con poca vida e historia a pie de la citada emblemática torre, construida en el siglo XVI y ya en ruinas a finales del XVII. En su solar hoy admiramos la estampa de otro templo, el de nuestra señora de la Paz.
Pero esto de los huesos no se sabe. Solo que algún abuelo de nuestros abuelos descansa en el vertical.

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