Microrrelato de una leyenda cacereña
Él prometió regresar con el mayor tesoro que hubiera más allá de las tierras de Cáceres, para vencer la resistencia del padre de ella.
Ella lloró amargamente la partida, maldiciendo la oposición de su padre y la desigual cuna que alejaba su destino del de él.
El recuerdo de la dulce tristeza de las lágrimas de la amada se fue agrietando en la dureza de las jornadas, pero antes de perderlo el joven llegó, al fin, al imposible horizonte soñado. En su loca idea de detener el Sol, logró robárselo al cielo cuando morían sus últimos rayos. Una vez la estrella en sus manos, enfrió su piel convirtiéndose en piedra y en la más preciada ofrenda que recibió padre alguno para otorgar la mano de su hija.
El sol irradia, desde entonces, la ventura de los dos amantes, en la fachada de la casa de los Solís.
FOTO DE CABECERA: Blasón de los Solís en la casa del Sol.
FUENTE:
HINOJAL SANTOS, JOSÉ LUIS. Historias y leyendas de la vieja villa de Cáceres.
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