Cuentan que existen bajo los cimientos de la casa de los Cáceres Nidos, la popular casa del Mono, dos antiguos y ruinosos pasadizos que, según bajáramos aprovechando el pozo existente en el patio interior, siguen diferente dirección: uno hacia el sur, apuntando hacia la casa de Aldana; el otro, en busca de poniente, rumbo al palacio de la Generala, con más sentido que el anterior, pues hubo un tiempo pasado en que ambas edificaciones pertenecían al mismo patrimonio familiar, aunque bien pudiera ser que la sobrepasara camino del extramuro.
Lo de los pasadizos de la antigua villa de Cáceres ha movido mucho la imaginación de sus lugareños, quizá por el halo misterioso que siempre les ha rodeado y por las muchas historias que se cree sucedieron entre sus lóbregas paredes.
Historias de amores prohibidos.
Historias fantásticas, de seres encantados y espíritus atrapados.
Historias de fabulosos tesoros aún no encontrados.
Relatos que producen una extraña fascinación, como los que nos transmiten las galerías subterráneas de esta casa del Mono, tan llena de magia y leyendas, con monos pendencieros o leones humillados como protagonistas. Una de ellas, con el simio convertido en asesino de un bebé usurpador del trono que tenía en el cariño y atención de sus padres, se libró de su segura venganza escondiéndose tras el infanticidio, al parecer, en estos pasadizos, en los que quedará atrapado para la eternidad y donde vagará profiriendo gritos lastimeros y lacerantes de rabia e incomprensión por el infame abandono a que fue sometido por la llegada de la cría humana rival, aullidos que enervan a quienes dicen escucharlos desde la superficie de la calle algunas noches débilmente iluminadas por la fantasmagórica luz de una Luna de sangre.
Aullidos.
Susurros.
¿Extraños caprichos del viento?
También estos ocultos corredores nos hablan de un pasado poco frecuentado en la villa, como el uso de la alquimia que llevó a uno de sus antiguos moradores, en el decir de las leyendas un judío converso, a intentar descifrar Dios o el diablo saben qué secretos de la vida y de la muerte a costa de la integridad de… un mono.
¡El mono, una vez más!
Cuidado y custodiado por un esclavo entre desvarío y desvarío del anciano nigromante, que torturó lo inimaginable al animal hasta llegado el día en que éste logró escapar y vengar su suerte, dando muerte al verdugo y su familia.
Pero los relatos fantásticos no empiezan y terminan en simios deambulantes y muertes trágicas, pues también se contaba la existencia, en las entrañas más profundas e inaccesibles de la mansión, de un formidable tesoro, quizá el que se les suponía a los Espadero cuando todos creían que la casa del Mono tenía los apellidos erróneos de los Espadero-Pizarro y no los más apropiados de Cáceres-Nidos.
He aquí el rumor…
Con el paso de los siglos, los hijos muy bien heredados de Espadero fueron dilapidando la fama y las riquezas que se presumían a los que llevaban el apellido, hasta quedar embargados por el olvido de las grandes historias. Escribieron antaño unos, los más versados en esto, que una suerte de enlaces con varonías de otros linajes terminaron por acallar el de Espadero y apropiarse, mediante herencias y dotes de sus mujeres, de su extenso patrimonio… Pero fue hilándose en el imaginario popular la fábula de que buena parte del legado de la familia fue escondido en una estancia remota en el subsuelo de esta casa del Mono, quizá en alguno de estos pasadizos, y que el acceso al tesoro acopiado se hallaba custodiado por…
‘ serpientes.
Enlace a las entradas de la serie HISTORIAS Y LEYENDAS DE LA CASA DEL MONO aquí
FOTO DE CABECERA: Escudo de la fachada de la casa del Mono.
FUENTES:
CORRALES GAITÁN, ALONSO JOSÉ. Cáceres, sus construcciones ocultas.
HINOJAL SANTOS, JOSÉ LUIS. Historias y leyendas de la vieja villa de Cáceres.
HURTADO PÉREZ, PUBLIO. Ayuntamiento y familias cacerenses.
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