Hubo en el pasado creencias, sin otro crédito más que la tradición, de que vinculados al Cristo Negro existían símbolos hebraicos. Por ellos, algunos afirmaban que fueron judías las manos que tallaron la madera, y que ésta fue enviada a Cáceres por gentes del pueblo elegido con las que se mantenía una estrecha relación, desde las lejanas tierras de África.
El número de judíos fue discreto en la villa hasta entrado el siglo XV. A lo largo del cuatrocientos, su población fue aumentando con familias venidas de otras ciudades y villas del reino de Castilla, donde eran odiados y sometidos a vejaciones, situación agravada desde el Progrom de 1391. Buscaban una población más tolerante y, llegado el caso, fronteriza con el vecino reino de Portugal, por donde huir fácilmente. Es así que, con el tiempo, se formó una auténtica alhama, que tuvo que migrar de la estrechez intramuros en que estaba ubicado su caserío, a los alrededores de la plaza de la Villa, creándose la nueva Judería, de las cinco más importantes del reino antes de decretarse, por los Reyes Católicos, la expulsión de los judíos.
… fuera de Cáceres, el odio antisemita había ido in crescendo desde que cien años atrás, el arcediano de Écija, Fernán Martínez, hombre fanático, perverso y bien relacionado en la Corte de su época (a la sazón era confesor de la reina Leonor, madre de Enrique III), inflamara con sus coléricos sermones, desde el púlpito y desde las plazas de Sevilla, los corazones del pueblo e instigara la destrucción de todas las propiedades judías, incluidas sinagogas y alhamas enteras, así como la expulsión, de las villas y pueblos, de los hijos de Israel. Comenzaba la barbarie del Progrom de 1391, y, desde estos acontecimientos, un odio feroz hacia lo judío. Entrada en este blog “La casa del Tesoro”, de enero de 2017.
Con estas familias, vino a Cáceres un significado artista, a quien, enterado de su maestría, le encomendó el noble cacereño Juan de Ovando, la tarea de tallar un Crucifijo. El encargo, por el que recibió 1300 maravedíes, lo hizo aquel saliendo de sus diestras manos una obra de tal perfección, que maravilló desde el primer momento al caballero, a su familia y a todos aquellos que se acercaban a su palacio en cuanto les llegaban noticias de la fuerza que transmitía el nuevo Cristo.
Todos quedaron igualmente extrañados de su raro y oscuro color, confesando el autor haber usado un trozo de madera traída de lejanas tierras, enviadas por judíos que habían iniciado una nueva diáspora ante el temor que les producía la creciente represión y odio hacia los de su religión.
El nombre del artista, quizá por su ascendencia judía, quizá como consecuencia del misterio que rodeó desde que fue creado el Santo Crucifijo, quedó en el anonimato para siempre, guardándose celosamente el secreto de que no fue cristiano quién moldeó tan magnífico Cristo.
“A la hora de nombrar al autor de tan magnífica talla, no podemos contar con documento alguno, únicamente introducirnos en el mundo de las especulaciones e incluso de las eliminaciones, y así y con muchas dudas indicar a Paulus o Pablo de Colonia como posible autor del Cristo Negro, magnífico artista que realizó interesantes trabajos en el Monasterio de Guadalupe, entre otros lugares”. Extracto de “Cristo Negro, una devoción recuperada”, de Alonso J. Corrales Gaitán, para la Asociación Cultural Coloquios Históricos de Extremadura.
Enlace a las entradas de la serie LEYENDAS DEL CRISTO NEGRO aquí.
FOTO DE CABECERA: Santo Crucifijo de santa María, el popular Cristo Negro.
FUENTES:
CORRALES GAITÁN, ALONSO J.R. Historia y curiosidades de la santa Hermandad del Cristo Negro (de Cáceres).
CORRALES GAITÁN, ANTONIO JAVIER. Mención de su estudio sobre la madera del Cristo Negro en el artículo “Más misterio para el famoso Cristo Negro de Cáceres” firmado por Sergio Lorenzo para el diario Hoy.
HERNÁNDEZ PAZ, ELOY. El misterio de una imagen: Santo Crucifijo de Santa María.
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