I
La historia de lo que sucedió en la Huerta del Conde aquella tarde, cualquiera que ella fuera en un principio, se contó en los días siguientes en Cáceres quitando menudencias que poco atraían a los oyentes y añadiendo sin prudencia tanto dramatismo que muy pronto el asunto adoptó tintes extraordinariamente grotescos. Llegó el momento en que todos los que escuchaban estupefactos cada nueva narración de los hechos, voceados con descaro en los mentideros, se convencieron de la certeza de todos los disparates, que no fueron otros que
‘ en las primeras horas de la tarde del domingo diez de mayo de 1868, en toda la villa se escuchó un fenomenal estampido, incluso en el nuevo y lejano barrio de la Berrocala, cercano a la plaza de Toros. Sonó…
…perdón, tronó inesperado entre la quietud de esas horas de fuerte calor, comida y siesta.
Y asustó al más pintado, pues en los primeros momentos se pudo ver a algunos corriendo por las calles voceando alarmados su creencia de que un enemigo estaba a las puertas de la villa y que el pavoroso ruido había sido
– …la primera andanada de un cañón.
Otros daban fe de que las colgaduras de las paredes se habían movido.
El primer día de chascarrillos, ligeramente;
‘ el segundo, de forma notable;
‘ y a partir del tercero con tal fuerza, que algunas de aquellas colgaduras se habían caído de los muros al suelo y familias enteras se habían visto obligadas a salir presurosas de sus casas por temor de un terremoto.
Añadían a esto último, que un general desconcierto inundó la solana en que estaban sumidas las calles a esas horas tempranas de la tarde, alborotadas por vecinos preguntándose unos a otros
‘ ¡qué había sido qué!
‘ y conformando una pintoresca escena, de dimensiones épicas, la vista de quienes, en su pavor, no les había dado tiempo siquiera de ponerse unas calzas pensando en enemigos o terremotos.

Estas y otras lindezas más circularon en cuanto se dieron las primeras noticias de lo ocurrido en la Huerta del Conde, desorbitando lo que inicialmente solo fueron chanzas y comentarios jocosos.
¡En fin! Los disparates fueron sustituyendo la verdad, como en otras ocasiones, en los mentideros de la villa. Los de verbo fácil y fantasioso encontraron una audiencia deseosa de asombrarse ante tales exageraciones, por muy absurdas que fueran, y las objeciones de algunos oyentes se trataban como, eso…
– ¡Menudencias!
El extraño ruido degeneró, de esta manera, en un apasionante divertimento a costa de un frailecillo y la excelsa argucia montada por los hombres más conspicuos de la villa para averiguar si el tal lo era en verdad.
Todo esto se difundió poco a poco, más a más, luego de aquel diez de mayo,
‘ en los mentideros,
‘ que por eso se los conocía como tales.
Y lo cierto es que la historia que dio pábulo a tanta especulación, es decir, acerca del frailecillo y su tristemente famoso e impresionante eructo, superaba, no obstante, lo conjeturado por las mentes más calenturientas.
¡Aunque en esa verdad quizá se exageró igualmente!
Retrocedamos ya a los episodios previos…
Hola Jose Luis como siempre me haces disfrutar con tus relatos, ocurridos en la Villa, ademas me es tan grata y verad los relatos, que me trasporto mental mente en el lugar, o incluso en el personaje, gracias y te seguiré leyendo, un saludo. Pichu
Gracias Jesús Manuel. Mi pretensión, además de contar sucesos “extraordinarios” que tuvieron como escenario la vieja villa, es rodearlos de un ambiente en el que podamos encajarlos en la época en que sucedieron. Algunos saldrán menos narrativos, pero me encanta hacerlo así y que quienes, como tú, los leen, disfruten al igual que vamos conociendo cosas curiosas del pasado de Cáceres o sus leyendas.